Los implantes son pequeñas piezas de titanio que se colocan en los maxilares con la intención de reemplazar las raíces de los dientes perdidos. Una vez que el implante se ha integrado en el hueso del paciente, se confecciona una prótesis que se conecta con el implante dando lugar a un diente de aspecto natural.
Hoy además, existe lo que llamamos implantes de carga inmediata, que son aquellos implantes a los que se le coloca la prótesis el mismo día de la cirugía.
¿Por qué usar implantes?
Los implantes son una solución funcional y estética a la hora de reemplazar dientes perdidos. Tienen una ventaja fundamental respecto a otro tipo de rehabilitaciones, y es que su uso evita tener que tallar dientes sanos o apoyarse en ellos como ocurre con los puentes o los aparatos removibles.
¿Todo el mundo puede ponerse implantes?
Prácticamente no existen contraindicaciones absolutas a la hora de someterse a un tratamiento con implantes. Estas contraindicaciones serían padecer una enfermedad en fase aguda o terminal, algunas enfermedades psiquiátricas, adicciones, etc.
También existen contraindicaciones llamadas relativas, ya que son aquellas situaciones en las que el paciente tiene determinados problemas de salud, que si se encuentran correctamente controlados y estabilizados, no suponen un impedimento a la hora de someterse a un tratamiento con implantes. Algunos ejemplos de ellas son la diabetes, pacientes que toman medicación anticoagulante, tabaquismo, etc.
En cualquier caso, a cualquier paciente que quiera reponer sus dientes perdidos por medio de implantes, hay que realizarle un estudio y una adecuada planificación de su tratamiento, que contemple tanto la patología que pueda tener el paciente, su medicación, así como las condiciones particulares de la zona en la que se van a colocar los implantes (volumen y calidad ósea, características del tejido blando, presencia de infecciones, etc.). Un correcto diagnóstico y una adecuada planificación son imprescindibles para lograr el éxito en implantología.
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